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Arquitectos: Lorenzo Guzzini
- Área: 360 m²
- Año: 2019
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Fotografías:Giorgio Marafioti
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Proveedores: Ceadesign, Flaminia, Life Cucine, Metra
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El contexto de la construcción de la villa es el lago de Como. La altura de inserción del edificio es la llamada "media colina", que es la parte de la montaña que se encuentra entre el lago y el bosque, la parte que históricamente fue de vocación agrícola. Entre la "madera nueva" todavía es visible la presencia pasada del hombre, que ocupó ese territorio con casas de piedra.
El terreno en el que se encuentra el edificio tiene una doble inclinación: cuelga de oeste a este y de sur a norte y, gracias a un muro de contención sobre él, pasa la histórica calle peatonal que conecta la mayoría de los pueblos del norte del lago. El sitio del proyecto tiene una vista increíble de la isla de Comacina. Esta vista, sin embargo, no se enfrenta frontalmente, sino que se desplaza hacia un lado. El conjunto de percepciones durante el estudio generó la idea de composición del edificio. Consta de dos volúmenes más altos en los extremos, conectados en la planta baja por una gran sala de estar y en el primer piso por una terraza.
La otra idea que dio forma al espacio interior y su percepción fue el respeto por las pendientes del lugar que minimizaron las excavaciones. De esta manera, el salón interior se extiende en 5 niveles diferentes, para generar diferentes percepciones del lago. La opción de dividir el edificio en dos cuerpos también fue aprovechar los lados expuestos de la isla, a pesar de que mantuvimos las aberturas tradicionales en el frente del edificio, abrimos los lados del noreste con aberturas más generosas que enmarcan la isla y sus colores que cambian continuamente durante el día. Internamente, la tensión y el drama de la narración espacial está dada por el paso entre las áreas de dormir y el espacio común, y por el paso continuo de la luz a la sombra en los caminos que dan vida a los espacios.
Finalmente, el detalle del revestimiento en piedra se debe mucho a las construcciones tradicionales del lago. También aquí el techo y la fachada se fusionan y el simple gesto de inclinar las pendientes genera una variación, que transforma las divisiones de la fachada de dos centímetros de alto en losas. La innovación tecnológica, la tradición constructiva y la invención del lenguaje intentan fusionarse de la mejor manera posible.
La idea de girar el volumen noventa grados está dada por el fuerte vínculo con el lugar: por un lado, una de las dos torres se asemeja a la casa tradicional existente de su vecino, posicionada de manera anómala respecto a lo tradicional, porque se situó en la montaña por el lado largo y no por el corto. Mientras que el otro cierra el sistema, posicionándose según la tradición, hacia el lago. La piscina de la villa no es aquí un mero cliché, sino los límites entre el paisaje interior y exterior de Villa Molli.